sábado, 25 de octubre de 2008

La pobreza es mi problema.

Ésta se conoce por la enorme diferencia entre un segmento de la sociedad y el resto de ella, donde un grupo importante de personas están imposibilitadas de proporcionarse a sí mismas y a sus familias: alimento, salud y educación mínimos.

Esta incapacidad y falta de recursos se traduce en una salud precaria y en menos oportunidades de alcanzar un trabajo bien remunerado, manteniéndose así este grupo en un círculo vicioso imposible de romper por sí mismo. Frente a esto, existen valores internos del grupo que cooperan para obtener resultados favorables permanentes: solidaridad, fraternidad, paciencia, dignidad, humildad, poca ambición. Por otro lado, también pueden encontrarse disvalores que acentúan el problema: desesperanza, derrotismo, pesimismo, conformismo, justificación para delinquir.

Las personas en condiciones de pobreza, en distintos países, tienen derechos garantidos por Cartas Constitucionales, la Convención Americana de Derechos Humanos y otros pactos o convenciones internacionales, sin embargo, ellas no están en condiciones de solicitar su cumplimiento ni menos aún de exigirlo, suponiendo que los conozcan.
Si vamos a las causas, son diversas, van desde la situación geográfica regional, escasez de recursos naturales, bajo PIB, mala distribución de la riqueza, además se deben considerar factores de orden político, sociológico, psicológico, antropológico, religioso, entre otros; y aún así, tal vez no lograremos una explicación aplicable a todo pobre.

No obstante, los pobres están aquí y ahora, lo único cierto y seguro es que ellos por sí mismos poco o nada pueden hacer para salir de su situación.

Ellos constituyen una preocupación tanto para autoridades nacionales como internacionales, pero es en el propio entorno donde cada uno puede ayudar o auxiliar a alguien que lo necesita. El punto es, ¿nos quedamos impávidos ante la pobreza o la encaramos haciendo algo más que opinar acerca de ella? Si hoy me pregunto, ¿cómo puedo ayudar?, es porque la pobreza ya ha llegado a ser un problema personal; entonces, debo hacer el mejor esfuerzo para resolverlo

1º antes de adoptar acciones en beneficio de los más pobres, se les debe consultar y respetar su parecer.

2º es importante considerar los valores que deben tener quienes desean o deben cooperar con los más desvalidos; en primer lugar, deben tener amor por el prójimo, si lo tienen no necesito seguir con la lista; y si no lo tienen, no hay sentido en continuar.

3º en las directrices políticas que podrían seguir las autoridades poco se puede influir, pero uno es soberano de las decisiones que toma con sus propios recursos, es uno quien hará mucho o poco de acuerdo a lo que decida en conciencia:

compartiré lo más que pueda”, “fijaré un porcentaje de mi presupuesto para ir en ayuda de alguien, estaré dispuesto a asistir a quien me lo solicite”, “influiré en la mayor cantidad de personas para que sean mejores, aprendan a ser solidarias y acepten como suyo el problema de la pobreza”… siempre habrá algo que se pueda hacer.

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